La Rueda...
Narra la historia de una rueda a la que le faltaba un
pedazo,
pues habían cortado de ella, un trozo triangular.
La rueda quería estar completa, sin que le faltara nada
y se fue a buscar la pieza que había perdido.
Pero como estaba incompleta y sólo podía rodar muy despacio,
reparó en las bellas flores que habían en el camino;
charló con los gusanos y disfrutó de los rayos del sol.
Encontró montones de piezas, pero ninguna era la que le
faltaba,
las hizo a un lado y prosiguió su búsqueda.
Un día halló una pieza que le venía perfectamente.
Entonces se puso muy contenta, pues ya estaba completa,
sin que nada le faltara.
Se colocó el fragmento en el cuerpo y empezó a rodar.
Volvió a ser una rueda perfecta que podía rodar con mucha
rapidez...
Tan rápidamente, que no veía las flores ni charlaba con los
gusanos.
Cuando se dio cuenta de lo diferente que parecía el mundo
cuando rodaba tan a prisa se detuvo y dejó en la orilla del
camino
el pedazo que había encontrado y se alejó rodando
lentamente.
La moraleja de este cuento, es que, por alguna razón, nos
sentimos más completos cuando nos falta algo.
El hombre que lo tiene todo, es un hombre pobre en ciertos
aspectos: Nunca sabrá qué se siente anhelar, tener esperanzas, nutrir el alma
con el sueño de algo mejor; ni tampoco conocerá la experiencia de recibir de
alguien que lo ama lo que siempre había deseado y no tenía.
Hay integridad en la persona que acepta sus limitaciones y
tiene el suficiente coraje para renunciar a sus sueños inalcanzables sin
considerar que por eso ha fracasado.
Hay entereza en quien ha aprendido que es lo bastante fuerte
para sufrir una tragedia y sobrevivir, que puede perder a un ser querido y aun
así sentirse completo pues ha atravesado por la peor experiencia y ha salido
indemne.
Cuando aceptemos que la imperfección es parte de la
condición humana y sigamos rodando por la vida sin renunciar a disfrutarla,
habremos alcanzado una integridad a la que otros sólo aspiran.
Eso, creo yo, es lo que nos pide el universo: no que seamos perfectos ni que nunca cometamos
errores, sino que seamos íntegros.
Y finalmente, si tenemos suficiente valor para amar,
compasión para perdonar, generosidad para alegrarnos con la felicidad ajena y
sabiduría para reconocer que hay AMOR de sobra para todo
El mundo, entonces podremos alcanzar una satisfacción que
nunca otra criatura viviente tendrá jamás. !!!
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