jueves, 14 de marzo de 2013

Padres con liderazgo


Padres con liderazgo



Hacia el año de 1945, un padre empresario decidió dejarle el lugar a su hijo pues consideraba llegada la hora del relevo. Martin I. Davey, presidente de la empresa Davey Tree Expert, quiso hacer el cambio de una manera tal que pudiera volcarle todas sus experiencias en el negocio, por lo que le escribió una larga carta de consejos que, vale la pena rescatar por el alcance práctico que aún hoy tienen sus recomendaciones:


Por encima de todo, cumple siempre tus promesas; pero sé cauto en extremo con lo que prometes.


No olvides nunca pensar siempre en tus clientes en primer lugar.


Si alguno de tus clientes presenta una queja, encárgate de estudiarla de inmediato y con ecuanimidad.


Nunca trates de hacer de la empresa un reformatorio: no puedes hacer buenos a los hombres de mala condición.


Trata siempre a tus empleados como los seres humanos que son.


Los buenos representantes comerciales deberán propiciar buenos ingresos, ya sabes que “quien fabrique la mejor ratonera del mundo logrará que todos vayan a su puerta”.


Sé muy celoso con los préstamos que solicites y jamás dilates el pago de una deuda si existe algún modo de evitarlo.


Vigila los gastos con ojo de águila; uno de los cometidos más importantes es el de saber decir no con firmeza.


Cuando dudes, no hagas nada. Toma las decisiones y aunque puedas cometer algún error, nunca hagas juicios a la carrera.


Trata de lograr beneficios razonables si esperas conservar el negocio. Las empresas familiares no pueden aguardar la llegada de Santa Claus: cuando desaparezcan las ganancias estás acabado.


Permíteme decirte que debes mantenerte fiera del negocio de la banca. Por ejemplo, no prestes dinero a tus empleados cuando puedas evitarlo.


Jamás hagas nada cuando estás enfadado, pues lo más seguro es que te equivoques.


Paga a cada uno cuanto merezca. Pero si un cliente paga más de lo que debe, encárgate de devolverle la diferencia.


No hagas nada por el simple hecho de que lo está haciendo la competencia.


Por favor, no trates de ser popular cuando de negocios se trata: es imposible dirigir una empresa y hacerte querer de todos.


Tendrás que hacerte merecedor del respeto de cuantos te rodean. A la larga son más importantes las calidades y virtudes sólidas que la generosidad o la astucia.


Desconfía de los aduladores: emplean sus mañas para obtener algo a lo que no tienen derecho.


No malgastes tu propio tiempo y has que los demás lo respeten.


No te entretengas con los detalles, pero emplea a otros para que se ocupen de ellos.


Si quieres que los demás sean diligentes en el trabajo, debes serlo tu primero.


Debes mostrarte amigable con moderación y reserva, pero amigable de veras.


No te duermas jamás en tus laureles.


Es bueno trabajar con empeño para alcanzar la perfección, pero nunca dejes que el éxito te corrompa.


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