martes, 8 de enero de 2013

Fabula: La Rana y el Alacrán

Fábula: La Rana y el Alacrán



Érase una vez una rana que se disponía a cruzar un río. Un alacrán la vio y como también necesitaba cruzar le pidió que lo llevara en su lomo. La rana en un principio se negó porque sabía que el alacrán era traicionero y podía picarle, sin embargo el alacrán insistió mucho hasta que por fin la convenció, trepó en ella y se lanzaron al río y a la mitad del mismo el alacrán le picó. Al sentir el aguijonazo, antes de hundirse la rana le preguntó: -¿Por qué me picaste si te ayudé? Y el alacrán le contestó. -Es mi naturaleza, soy así.
Moraleja: Lo único a lo que nadie puede traicionar es a su propia naturaleza.
Ahora bien, ¿la moraleja encierra una verdad aplicable a los seres humanos?
Desde luego que sí. Hay gente a la que ayudas una vez, y actuara igual que el alacrán. Hay gente a la que le das la mano y te la morderá. Hay gente que no quiere apoyo ni orientación, solo quiere que le regalen todo. Hay gente que nunca te agradecerá nada por mucho que le entregues todo. Lo anterior es tan cierto como cierto es que estés leyéndolo.
Pero… ¿Acaso todos los seres humanos son así, nunca nadie cambia? ¿Y qué de la fe en el ser humano?
El alacrán no cambiará jamás, porque es un animal irracional que actúa por instintos, pero cuando se trata de seres humanos la fábula se queda corta.
Hoy mismo, en este preciso instante alguien que siempre actuó de manera equivocada puede cambiar su vida. ¿Le costará trabajo hacerlo? Sí, seguramente le costará hacer un gran esfuerzo, pero si no existiera esa posibilidad entonces el que fue ladrón una vez siempre lo sería, el que violentó siempre violentaría y el que mató siempre mataría.
Habrá algunas personas que nunca cambiarán, eso lo sabemos todos, pero habrá otras que si lo harán, porque aprendieron de sus errores y modificaron su conducta equivocada, esa es solo una de las diferencias entre la naturaleza de los animales (como el alacrán) y la de los seres humanos.
Tomar al pie de la letra esta fábula es eliminar la fe que tenemos todos de que alguna vez aquellos que se condujeron mal cambien su manera de ser, y si no, ¿para qué imaginar un mundo mejor si siempre estará igual? ¿Para qué…?
Vivir sin fe es como estar muertos…
Entendamos pues que habrá personas que actuarán siempre igual, porque su naturaleza es igual que la del alacrán, pero que habrá otras que:
1.            Estarán dispuestas a asumir cabalmente las consecuencias de sus actos.
2.            Reconocerán sus errores.
3.            Se disculparán, comprometiéndose a cambiar de actitud.
4.            Se comprometerán a cambiar su conducta equivocada.
Estas últimas merecen mayores oportunidades.
Y si no lo entendemos así, entonces: ¿qué nos hace diferentes de los que nunca cambiarán su manera equivocada de ser?

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